29 de diciembre de 2008

24 de diciembre de 2008

En cualquier ciudad como en Barcelona…

Los tres barbudos y otros proscritos

Nunca perdonaré a mis padres que hace años hicieran algo culturalmente aceptable pero odiosamente injusto: Revelarme la verdadera identidad de los Reyes Magos.

Es inaceptable, es traumático y debería ser ilegal ¿Por qué lo hicieron? ¡Yo no quería saberlo! ¡Nunca pedí saberlo! Aún recuerdo aquella ilusión esquizofrénica del día 5, esas galletas y ese coñac para el frío pobrecitos, esa tensión anual de saber si tus buenas acciones serian al fin recompensadas… una pena. A ninguno de nosotros nos importó nunca la logística real, ni la lógica espacio-tiempo, ni siquiera que nuestros padres chantajearan descaradamente nuestra conducta condicionada porque todo el año giraba en torno a aquel momento, el gran momento.

Tras las 3 mortales palabras – los reyes son…- toda tu infancia desaparece y una vez abierta la veda a la realidad, la crueldad paterna se descontrola en un éxtasis revelador. El ratoncito Pérez, el Hada de los Sueños, los Minairons, L’home dels Nassos, el Caga Tió y todas aquellas criaturas que poblaban nuestra fantasía fueron desenmascaradas y arrojadas al exilio sin compasión alguna. Eso sí, obviar la identidad malintencionada del hombre del saco, el bicho del frío y los Siluros venenosos les continuo pareciendo buena idea… hay que joderse.

Si tarde o temprano nos iban a traumatizar con la verdad ¿Porque nos hicieron creer entonces en aquellos increíbles seres llenos de generosidad y buen rollo? ¿Es acaso esa la venganza que todo padre urde tras el shock inicial del Predictor? La verdad, No hay quien los entienda.

Ni la propia ficción llega a esos niveles de crueldad, ella mantiene el misterio, ella sí que sabe. No imagino a un padre de Gottan City diciéndole a su hijo de 10 años:

¿Sabes Batman? Pues es ese millonario excéntrico podrido de pasta que se gasta lo que nosotros nunca tendremos en coches raros y en vestirse de murciélago. Eso no se cuenta porque aparte de ser objetivamente depravado, es feo.

Pero en este mundo si se cuenta, los “mayores” lo hacen ¿Por qué?¿Qué le ocurre a la gente con la edad? ¿Tan ansiosos estamos por dejar de soñar que obligamos a nuestros menores a crecer demasiado rápido aún a riesgo de convertirlos en clones maduros de aquello que vemos en el espejo, aquello que quizá nunca lleguemos a aceptar? ¿Cuando les perdimos el respeto de esta manera?

A los que fuimos niños de cuerpo y seguimos siéndolo de corazón, nos gusta pensar que siguen habiendo criaturas mágicas, nos orgullecemos de creer que existe la ficción sin razón, que la ilusión nunca se pierde y que pase lo que pase siempre habrá un nunca jamás. Nosotros somos a los que nuestros padres traumatizaron de por vida con la verdad y convirtieron nuestras navidades, ajenas a la religión, en unas vacaciones de invierno donde ya nunca más volvió a importar si éramos o no malos, pero aún con eso, estamos aquí… siendo niños grandes.

Esta noche, como dice la gran canción, es Nochebuena y como he sido muuuuuy buena, engrasaré la chimenea, daré de cenar al tronquito y escribiré mi carta a los tres barbudos para contarles mis logros y mi buen hacer. Porque no me importa si están proscritos o si como dicen los mayores nunca existieron, yo fui una gran niña y actualmente soy de las mejores niñas grandes y eso, eso, merece un premio.

¡Feliz Navidad a todos! (mayores incluidos)