23 de mayo de 2011

En cualquier ciudad como en Barcelona ...

la proximité dernière

Nunca creí que moriría como un miserable ratón. No pensé que aquí, entre hierro, piedra e indiferencia tendría lugar mi último acto. Siempre imaginé una muerte heroica, devorado por un fiero felino gigantesco después de una contienda a muerte, arrollado por la bestia tras salvar a una bella dama, pero la vida no me ha tratado bien, ni siquiera, para darme sepultura.

Cierto es que a lo largo de los años he sido bendecido con numerosos placeres, la mayoría de ellos tan viles como carnales, pero de todos ellos apenas uno o dos recuerdos que llevarle al barquero. He amado con lujuria y asiduidad enfermiza, sí señor. Obesas, flacas y alguna que otra rata pero todas ellas hermosas para mí. Diosas que llenaron frugalmente mi vacio poniendo a buen recaudo el amor para alguien que lo considerara necesario. Sí, he amado y he bebido hasta morir los elixires hechos para olvidar, pero terco se rebela el espíritu del maldito pues ni olvida, ni muere.

Ai pobre de mí, he amado, he bebido y he vivido en este mundo glorioso entre pies, vidas y llantos de gigantes tan confundidos como yo mismo. Pude irme… sí, pude irme a espacios abiertos, a noches pactadas, a naturalezas supuestas a mi condición, pero adicto al acero soy, y por ello muero.

Noto el frio que acompaña al epitafio, seré abatido y olvidado, indignado cuerpo sin historia ni gloria, pobre de ti. Yacerás ignorado hasta que el tiempo que ahora nos es negado cumpla con la cruel premisa de convertirte en aquello que dicen fuiste. No cuerpo mío, la vida no nos trató bien.

Ya veo la luz al final de túnel. Se acerca como siempre pero esta vez, la cobardía que me adora me abandona. Del latido entonces me despido más al suspiro no miento, por si este también decide, abandonarme antes de tiempo […] ¿Qué voz me habla? Omnipresente que al final de mi vida acompañas no ruegues al ratón que disculpe las molestias y cédele la muerte trágica de un gran poeta, de un valiente, de un héroe o de un anacoreta. Guillotina rápida o lento veneno poco importa cuando a ambas he abrazado tantas veces con el ánimo intacto y el ego inflado… más ahora soy viejo y por primera vez, lloro y muero sin saber porque.

Ya está aquí, ya se acerca… ahora veo a las almas que nunca creí tener cerca. Ellos me miran, yo les miro pero en sus ojos no veo asco, sino alivio. Otro ratón muerto pensaran y no me quejo pues como miserable vivo y ya como miserable… muero.

No hay comentarios: