22 de febrero de 2007

En cualquier ciudad como en Barcelona…

Y a Don Carnal le dieron las uvas….

Don Carnal.Rey lascivo, irreverente y fiestero donde los halla. Una vez al año este personajillo nos invade, nos despierta y da sentido a todas las teorías de Freud al reafirmar que los hombres tienen una extraña fijación en vestirse de mujeres de dudosa reputación, superhéroes, locos y personajes femeninos de diversa índole y variedad. Este sentimiento oculto que todos compartimos por ser quien no somos, o ser quien nos gustaría ser, lleva al ser humano a lanzarse a las calles en busca de fiesta, desenfreno porque total… estamos en carnaval.

Sin embargo, el Martes de esta semana mi adorable compañía de transportes metropolitanos me bendijo con el material suficiente para escribir estas, y cientos de palabras más. Y aunque la crueldad pueda parecer a ojos envidiosos un defecto, me supo dulce el sabor de la venganza al comprobar que aquellos que habían dado rienda suelta a su lujuria carnavalera por la calles de Sitges (cosa que yo no hice por un estúpido sentimiento del deber profesional) estaban envuelto en una espiral de poblaciones, estaciones de tren y retrasos que sinceramente, agotado y con resaca pueden con la paciencia de cualquiera… tres horas llevaban los infelices carnavaleros intentando llegar a su ciudad, tres dichosas horas de sueño negado y disfraces molestos al fin y al cabo … pobrecitos.

Pero que visión inolvidable fue entrar al vagón y ver a cientos de cuerpos dormidos cual angelitos por el suelo, que hermosas conversaciones de lenguas ásperas e idiomas que solo cierto grado de santa bebida otorgan a los eruditos de la noche… un lujo a la retina y a la inspiración. Y mucho le debió gustar a mi inspiración aquel percal porque un trayecto que mi somnoliento cuerpo hace en 40 minutos duro 2 horas y las caperucitas, superhéroes, putas y mendigos de aquel tren empezaron a despertar. ¡Ai! ¡Amarga como la hiel es la realidad al comprobar que aquello que creías vivido no era una pesadilla sino verdad! Y muchos de los allí reunidos dijeron ¡es que nos van a dar las uvas! y mi mente solo pensaba… ¿serán las de la ira?

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